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Rosa Girasol

 

 

Mujer, es que no me entiendes?Claro que sí, mi amor.Mujer, es que no me comprendes?Claro que sí, mi amor.Entonces, por qué te rebelas, mujer?Porque sí, porque sí, porque sí.    Rosa Girasol

 

 

En Nueva York  Rosemary Smith, en Envigado Rosa Girasol. También llamada Posie, la gringapaisada, discípula amada de Fernando González, llega a Medellín en 1951.

 

 

Primaveral, rubia y quinceañera, Rosemary asume tempranamente su rol de madre y esposa jovial. Norman, Nancy, Michael y Mary-Jo son los pétalos del enamoramiento vital y sin límites. “Me siento esclava del amor, pero también libre de elegir esa esclavitud”.

Aun, en medio del decoro y defensa de la maternidad, Rosa Girasol cultiva como acto político por excelencia la lucha poética por el amor, la defensa de la mujer y sus libertades, el pacifismo en contra de las armas y las miserias. Esa integridad de mujer – madre – artista se complementa con las enseñanzas de Fernando González quien le comparte su filosofía de vida y de muerte, ese valor de lo bello y esa crítica de lo absurdo.

 

Rosa Girasol, declarada poeta nadaísta, es también ceramista, profesora y actriz ocasional de teatro. “Rosa María […] es un espíritu sensible, profundamente inquieto y receptivo a las manifestaciones estéticas y vitales. Una artista en suma”. [1]

 

En su casa de Envigado, Todas Partes, los nadaístas comparten tertulias, obras y amores. Durante los 60 Rosa Girasol y Gonzalo Arango intercambian luchas de la nada, publicaciones, traducciones, besos y caminos. 

 

En las andanzas nadaístas irrumpe, en compañía de Rosita Uribe, con la percepción de los poemas de amor, el disfrute del cuerpo, la belleza de la desnudez ilustrada y las fantasías pintadas con líneas y trazos. “Las mujeres nadaístas SOMOS. […] Una mujer consciente es un espejo demasiado fiel, y aunque  su cuerpo promete la salvación, sus ojos dilatan la cruda realidad que su sexo niega”. [2]

 

[…] Soy poeta nadaísta. Les presento este libro de nada-poemas que ni tienen ni necesitan explicación. Como yo, hablan del microcosmos que soy. Son el espejo humano en que te busco y me busco. La vida es una aventura. Ser, es gozar en la dicha y el dolor, y mis poemas quieren compartir, a su manera, todo esto. Rosita Uribe, con sus bellas ilustraciones, hace poemas de tinta y pincel. Entre las dos hemos hecho este libro donde la imagen y la palabra van mano a mano, a tus manos. [3]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En los años 70, Rosemary ahonda en las letras, y en faceta de cuentista lanza su libro “Ángeles caídos y otros: cuentos, relatos, fábulas”.

 

[…] Estos cuentos enjaulan en un Azul Infinito el vuelo ebrio de las almas que se conquistan en el amor y la belleza, con rostro de mujer y de ángel. […] Entre el barro y la nube aletean estos Ángeles Caídos de Rosa Girasol. La poesía es su sed y la nuestra. Su vuelo el de los más altos anhelos de una generación que afirma sus metas en la rebelión y la belleza. [4]

 

Pasadas las décadas, y en medio de los cambios inevitables de las ausencias y los caminos, entre Medellín, Envigado y Nueva York, Rosa llega al siglo XXI odiando aún más el plástico y las guerras. En el nuevo siglo, defendiendo aún el amor por sus hijos, el nadaísmo y un nadaísta, Rosmery muda del rubio al grisáceo, conservando hasta inicios del 2010 las memorias desmemoriadas en barro, los recuerdos andariegos en mundos desconocidos, dejando aún después de la partida, semillas que giran.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

[1] ARANGO, Gonzalo. Crónicas Cromos “Rosa María Smith”. Revista Cromos, 1966. Pág. 109.

[2] GIRASOL, Rosa. “Emancipación de la Mujer”.

[3] GIRASOL, Rosa, URIBE, Rosita. No has más tomates, Editorial La Patria, Manizales. Pág. 3.

[4] ARANGO, Gonzalo. Ángeles Caídos y otros. Ed. del Nadaísmo, Medellín, 1970. 

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